Cuando
perecía
Dios
le concedió
postreras
palabras,
entonces
preguntó:
"¿Por
qué no quererla
como
ella te amó?
¿En
que cuchitril
dejaste
su flor?
¿Como
olvidaste
lo que
te entregó
y
bebiste las aguas
de
otra pasión?
¿Por
cuantas monedas
vendiste
tu honor
manchando
el lecho
que su
mano tejió?
¿Por qué
la olvidaste
si
ella calmó
dolores
de infante
con
mucho tesón?
¿Por qué
abandonarla
mendigando
amor
si en
sus ojos sólo
brillaba
tu amor?
¿Por qué
la mataste
apagando
el calor
de su
cuerpo fino
y su
gran corazón?
¿Por qué
no quererla
como
ella te amó?"
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